martes, 4 de septiembre de 2012

CUALQUIER KILÓMETRO HABRÁ VALIDO LA PENA: CCC 2012

¿Qué haces cuando hay algo que quieres expresar y no encuentras las palabras adecuadas o gestos tan exagerados? Es lo que me pasa a mí estos días. Aún estoy haciendo cualquier cosa y me parece haber vivido un sueño, algo tan perfecto que no me lo esperaba así.

Cualquier kilómetro habrá valido la pena.
Al llegar a Chamonix nos costó dar con las llaves por un problemilla de idioma (marques-monkey dicho en francés es casi igual) pero fue solo una anécdota graciosa solventada gracias a una amable muchacha de una oficina cercana al apartamento alquilado.
En el apartamento todo estaba bajo control: Lince cocinaba, Juanma Cortés y yo fregábamos los cacharros, pasábamos la aspiradora al suelo, preparábamos el café... lo típico de tres tios en una misma habitación. O eso o salía la mierda por la ventana, jeje.
Pedrito "lince" nos solucionaba el menú diario tanto de almuerzo como de cena con el famoso "pastacon", que no es más que pasta con lo que le caiga. Una vez frutos secos, otra atún, caballa, nueces... de todo un poco y sazonado con una mezcla casera de hierbas y pimienta.
se presagia lluvia
El miércoles al llegar hacía bueno pero enseguida la tarde se estropeó y ya no vimos más el sol nada más que justo antes de irnos. Recogida de dorsales y saludos varios a los conocidos. Al lince le hacen pasar el antidoping con un pinchacito de sangre. La noche fue tranquila y a la cama pronto, pues Juanma madrugaba muchísimo para partir en autobús hasta Courmayeur a empezar la TDS con sus durísimos 112 km. Y vaya noche... Tormenta de la buena para acompañar el sueño que no hacía más que presagiar lo que iba a pasar: una odisea en cada carrera.
"pastacon"
El jueves nos levantamos temprano el lince y yo. Juanma ya se había ido a su carrera, que empezaba a las 7 de la mañana. Tranquilamente nos dirigimos a pasear por las calles principales a ver el ambientazo. A la Feria del Corredor también fuimos, donde nos encontramos a varios conocidos sobre todo de lince que lo conocen en todos los sitios.
recogida dorsales
Tras realizar algunas compras típicas para la familia nos fuimos a recoger el equipaje de Fali el coleta a su hotel para llevarlo a nuestro apartamento, donde se llegaría a ducharse y dormir tras su periplo famoso del "8 alpino", que le salieron algo más de 550 km por esas tierras de los Alpes.
Como el tiempo no acompañaba no teníamos pensado trotar para soltar piernas, pero la vista de una mujer subiendo a buen ritmo un cuestón de mil pares nos bastó para decir "amos a ponernos traje de faena y a trotar algo". Así hicimos y antes de comer nos metimos 45 minutos por un camino de lujo pegado a Chamonix entre el bosque con los pinos más altos que he visto en mi vida, pasando por una zona de escalada. Es una maravilla entrenar por allí y si vuelvo procuraré ir al mismo sitio a correr.
Mientras comíamos la famosa "pastacon" acompañada como siempre de la cerveza blanca de trigo nos acordábamos de cómo lo estaría pasando en esos momentos el pobre Juanma con lo que le estaba cayendo encima.
El día lo terminamos tranquilos. Lince descansando y yo paseando por las calles respirando ese ambientazo a ultra que empapaba más que el agua que caía. Caras de nervios y preocupación por la meteorología pero nadie te asegura que vaya a hacer sol siempre. Esto es así.
Vuelvo al apartamento y preparamos las mochilas, los dátiles, repasamos material, lo que vamos a llevar...
A la cama temprano y tras un rato de cachondeo, risas y grabaciones imitando al Calleja nos quedamos dormidos. Mañana será un día duro.

Cualquier kilómetro habrá valido la pena.
llega Juanma
Piiii, piiii, piiiii... ¡arriba que ha llegado el gran día! Ha llegado el momento tan deseado todo el año desde que nos apuntamos allá por febrero. El momento de decirle a las piernas "nenas, para esto os he entrenado" y rezar que el coco no nos deje tirados.
Nos ponemos el traje de faena y Juanma, que había llegado unas horas antes tras unas 20 horas de carrera en un estado lamentable y no podía dormir nos desea suerte y nos cuenta un poco lo que nos vamos a encontrar. Pero no me desanima, más bien al contrario me gusta que se ponga la cosa difícil, pues cuanto peor esté el recorrido, mayor es la recompensa. Y os aseguro que nada iba a hacer que no volviese con el chaleco de finisher.
seguimos esperando
Salimos a la calle con un frio de cojones para coger el autobús que nos lleve a Courmayeur, terreno italiano desde donde empieza la CCC. Ya allí andamos p'arriba y p'abajo para no enfriarnos mucho, nos hacemos unas fotos y seguimos esperando antes de meternos en el cajón de salida, donde la emoción empieza a notarse más que los nervios. Donde los pelos se te ponen de punta tras 4 capas de ropa. Donde piensas en los tuyos, en los amigos que te han acompañado en los entrenamientos últimos, en los amigos del grupo "Mucho Monte" que seguro están atentos a lo que hagamos...
en Courmayeur
El speaker empieza a levantar más y más la voz. No me entero ni papa de lo que dice aunque te lo imaginas. El personal empieza a rugir en la salida, a levantar los bastones, a subir pulso... tú que no paras de aguantar las lágrimas y decir que sí, que es real lo que te está pasando, que estás en la salida de la CCC y vas a rodear el macizo del Mont Blanc así te vaya la vida en ello... que ha sido todo un verano jodido con los entrenamientos perdiéndote muchísimas cosas a cambio... pero que sí, que no me lo están contando, que lo estoy viviendo en primera persona, que soy el puto amo del mundo en este momento. El tio con más suerte de la tierra. Nos deseamos suerte el lince y yo. Él está igual que yo de excitado. No se puede estar quieto.

Suena Vangelis... no puede ser... quedan pocos segundos para que empiece ésto... el helicóptero se pone delante de nosotros a poca altura... la música a tope, el speaker a tope, el helicóptero a tope, las emociones de 1.800 participantes a flor de piel... todo forma una especie de karma que te hace ver alrededor a cámara lenta unos instantes... es algo indescriptible que me hace sudar las manos de recordarlo y las lágrimas asoman a los ojos una y otra vez.

Y salimos...

Cada kilómetro habrá valido la pena.
Ya estoy participando en la CCC. A partir de ahora estaré corriendo durante muchas horas por sitios de ensueño, por subidas preciosas, por valles enormes, por puertos altísimos... por tantos y tantos lugares que ya había visitado una y otra vez viendo videos de ediciones pasadas, que casi conocía cada centímetro antes de pasar.
De los 98 km previstos la organización retiró la subida a dos puertos por la imposibilidad de pasar por ellos a causa de la meteorología: el Tête de la Tronche (nieve a montón) y el Tête aux Vents por nieve y fuerte viento. Gracias que dejó lo mejor para mí, lo que yo más deseaba era pasar por el famoso Grand Col Ferret, que habré visto como un millón de veces por el Youtube ese paso fronterizo natural entre Italia y Suiza y que es verdaderamente impresionante. La distancia a recorrer se quedó en 90,8 km y unos 5.600m de desnivel positivo acumulado. Una burrada para el mal tiempo que había. Y eso paso a contar:
aquí hay que llegar como sea
Cuando llevábamos unos 3 km recorridos y antes de meternos en faena con la subida dura al refugio Bertone me pasaron Chamorro y De la Oliva, que iban juntos a liquidar la faena cuanto antes. Yo empiezo a colocarme en mi nivel pero siempre a rebufo de alguien que tirase fuerte en la subida. Aunque hay que ir sobrado yo no quería llegar a las 17 horas que llevaba en mente y así llego al refugio tras recorrer un sendero precioso con unas vistas de un valle inmenso a mi izquierda con las nubes comiendo los picos más altos, el viento empezando a dar leña y la lluvia sin cesar de dar la lata.
De Bertone parto hasta el siguiente punto: el refugio Bonatti, donde la lluvia ya era nieve, el viento ya era ventolera y el fresco ya era frío. A pesar de todo va uno fresco todavía y no quiere que ésto se acabe nunca. Así que sin pensarlo continúo muy contento por cómo estoy desarrollando la carrera, lo bien que me va el cuerpo y lo bien que gestiono por el momento la alimentación y bebida. Todo eso lo pienso mientras bajamos a Arnuva, siguiente punto donde ya miras para arriba y sabes que allí en lo alto está tu sitio favorito, lo que has ido buscando desde Álora: el Grand Col Ferret, que lo tienes a 5 km de distancia en las que tienes que superar unos 800 metros de desnivel positivo. Así que agacho la cabeza, afilo uñas, clavo bastones, y arremeto fuerte para arriba con ganas. Disfrutando cada paso, sufriendo cada metro y respirando fuerte como si la prueba acabase arriba. Es mi Ferret, mi punto favorito de la carrera que ya sabía antes de participar.

Cada kilómetro habrá valido la pena.

El viento arrecia fuerte, aunque casi siempre a favor en la subida. La nieve molesta en los ojos. Tapo la boca con el pañuelo y sujeto bien el gorro. Apreto fuerte los bastones con los guantes de goma y voy subiendo poco a poco, poco a poco... no se puede más en esas condiciones.
Los participantes van algunos como verdaderos zombis brazos caídos y piernas arrastrando. Han salido muy fuerte y lo están pagando ahora, justo cuando empieza lo bueno. Voy pensando en mis tres mujeres, en lo bien que se lo estarán pasando en ese momento en la playa a treintaitantos grados, lo que me anima como si esto fuese mi parte del trabajo para que ellas disfruten. Siempre hay que pensar en positivo en ese tipo de carreras o la cagas pronto.
Y en eso que casi sin levantar la cara me encuentro frente a unos cubículos transparentes con calefacción donde están los de la organización para pasarte el chip y atenderte si llevas síntomas de hipotermia o te retiras allí. El viento es muy fuerte en esa zona. Pero... sí, es el sitio, mi sitio. ¡Es el paso del Grand Col Ferret y estoy en él ahora mismo! Me emociono y me entra una alegría enorme sabiendo que a mis espaldas está Italia y delante de mí se encuentra Suiza, a la que me dirijo bajando rápido con la mente semibloqueada de haber pasado por allí, por donde yo veía los vídeos una y otra vez hace casi 5 años. No se me olvidará.
Por los puntos de La Peule y La Fouly paso apenas sin frenar. Sigo cuesta abajo y el terreno, embarrado y a tope de agua, se convierte en una pista de patinaje donde se ven los resbalones de los que corren por delante de mí. Tanto es que no hay apenas nadie que llegue al avituallamiento de Praz de Fort sin el culo lleno de barro. Incluso en la llegada a ese avituallamiento un grupo de chicas se divierten a viva voz al paso de los corredores en espera de que se caigan, jeje. La gente disfruta tela las carreras en estos países y a pesar de la lluvia hay muchos espectadores, lo que se agradece.
En Praz de Fort tomo un caldito y galletas saladas con una onza de chocolate. Y saco otra bala de mi recámara: unos dátiles que voy tomando a cada hora aproximadamente.
De ahí a Champex-Lac es un paseo con su bajada y subidita en 5 km. En esta zona la temperatura era más agradable debido a que hay menos altitud, pero no esperábamos que la cota de nieve bajase más de 500 metros en unas horas... lo que pasó en el Col de Bobine es otra historia...

Cada kilómetro habrá valido la pena.
Tras pasar por el lago que da nombre a Champex-Lac el recorrido no era dificultoso y fui mucho tiempo junto a dos corredoras inglesas que se iban dando relevos en quién tiraba. Eran dos máquinas que me costaba seguir su ritmo y no las dejé atrás hasta que empezamos la subida al suicidio invernal. Una larga y pesada subida entre el barro, la lluvia y la aparición de nieve y aire que nos dejó a todos con caras de "walking dead" al llegar a una cuadra donde la organización preparó un caldito y echó a las vacas a la calle para que los sufridores pudiésemos entrar. El frío era tremendo, de verdad que creo que nunca he pasado tanto. Los dedos eran carámbanos tras dos guantes cada uno, los deportivos estaban blanquitos excepto por las zonas de nailón, de tobillos para abajo era difícil saber lo que quedaba vivo por la insensibilidad... y había que salir de allí cuanto antes. Que el cuerpo no se acostumbre al calorcito del sitio porque si no, no sales.
Enseguida me puse en marcha y apreté el culo para calentarme algo. Ya era bajada hacia Trient y cuanto más bajabas más calor entraba al cuerpo de nuevo. Los dedos ya los podía mover y sentía los pies perfectamente, así que seguí bajando a buen ritmo y alcancé a una italiana que iba lanzada la tia. Aún era de día pero en varios recovecos de la bajada había penunbra y no se veía bien el suelo embarrado, lo que lo hacía muy peligroso por las raíces y demás obstáculos. Pero muscularmente iba perfecto y no me importó arriesgar un poco hasta el avituallamiento.
Y de Trient a empezar la última subida: la de Catogne. Otra vez a esperar nieve y encima oscureciendo.
La lluvia pronto pasó a ser nieve, la cota había bajado bastante y el frio volvió a dejar insensibles mis manos. Delante del frontal solo veía caer nieve y el vapor de mi respiración. Me metí en un grupo numeroso con buen ritmo. Todos en silencio clavando bastones y gimiendo en algunos escalones. Yo seguía pensando en mis tres mujeres, que a esa hora estarían por el paseo marítimo con un heladito en la mano y sudando... y yo el único helado era cuando pillaba una bocanada de nieve.
Subiendo con la cabeza agachada y queriendo terminar con ese escollo lo más pronto posible, me doy cuenta de repente que soy yo el que ahora va tirando de todos y encima los voy dejando atrás. Me estoy quedando solo en la subida a Catogne... ¡coño que me quedé solo!. Llego arriba y ni frontales por detrás ni por delante. El sendero nevado me dejaba ver a veces algunas pisadas delante de mí, pero cada vez más tapadas. Las señalizaciones estaban perfectas para no perderse. No temía desviarme. Temía la soledad allí arriba entre la ventisca y la nieve. Fue mucho tiempo en la más absoluta soledad y me di cuenta que empezaba a ir más lento a pesar de encontrarme arriba del todo y estar llaneando un poco antes de empezar a bajar.
El cuerpo lo llevaba ya molido. En la fuerte subida dejé lo que me quedaba de fuerzas y tenía que bajar altura ya. Estaba congelado y la caldera agotada. Pero... ¿y la casa grande con las 4 ventanas con luz que he visto hace un momento?... no existía tal casa, pero juro que la vi. Debería estar a mi derecha ahora mismo, y no estaba. La cosa se me puso mal ese rato. Son rachas "normales" en las ultras.
Y ahí fue donde me agarré a lo único que me quedaba: "cada kilómetro habrá valido la pena". Esa es la frase que me repetí millones de veces durante los entrenamientos del largo verano. Mientras pensaba que todas esas noches pegando zapatazos en vez de estar en la terracita de un bar tendrían su recompensa. Y siempre me decía para animarme que cada kilómetro que hiciese habrá valido la pena para ir a la CCC.
Me aseguré que no se me borrase la frase de la cabeza y casi llorando tiré palante con lo que hubiese durante tanto tiempo que pensé que habían parado la carrera por el mal tiempo. Menos mal que vi una hoguera al lado de un punto de control en medio de la nada, donde los que allí estaban de la organización se calentaban como podían a la intemperie bajo un trite techo sin paredes. Uno de los de allí, el más mayor, andaba hacia los corredores avisando entre el viento que siguiesen. Creo que estaba asustado pensando en la desgracia que podía ocurrir esa noche en Catogne.
De ahí empezaba la bajada hacia Vallorcine. Una bajada algo peligrosa al principio por pasar por terreno helado y resbaladizo junto a unas cañadas donde atronaba el agua que no lograbas ver en la oscuridad y donde ni pensar en caerse. Se escucha el helicóptero que seguro está recogiendo hipotérmicos allá arriba. Más adelante la bajada se convirtió en una caminata para los que iba cogiendo por el camino, por las raices y lo resbaladizo del terreno. Hasta que apareció Vallorcine.
Me faltaban 100 metros para entrar al avituallamiento, por fin. Y pasó lo que tuvo que pasar. Cada uno tiene su ángel y el mío estaba durmiendo. Un resbalón corriendo, las piernas para arriba antes del impacto en el suelo, la piedra grande que no quiere pero no se puede apartar, y mi riñón izquierdo que besa esa gran piedra redondeada que hace que suelte un berrido que asusta a los que llevaba cerca. No puedo levantarme. Me revuelco en el barro, la hierba, la lluvia... me da igual todo. Solo quiero que no duela tanto. Temo por mi columna. Se me acercan varios corredores hablando en todos los idiomas, no me entero de ná y hago gestos de que estoy bien.
Bajo andando al avituallamiento donde me encuentro de nuevo (todo el camino nos veíamos) con Paco Fernández del Corduba Trail y su atenta mujer. Le digo que voy ya andando que no puedo correr, como comprobé más adelante y me responde que él igual.
Salgo delante en busca del último tirón y enseguida me coge. Continuamos juntos a paso ligero en la cómoda subida y bajada al Col de Montets ya con ganas de llegar. La lluvia ya aburre y el dolor del riñón es muy fuerte.
Le digo a Paco varias veces que le tire, que yo solo puedo trotar cachitos pequeños y cojeando. Pero me dice que sigue conmigo y aprovechamos para hablar de cualquier cosa que nos quite de la mente el sufrimiento. Último avituallamiento y 10 km para meta. Vemos el resplandor de Chamonix y casi le chillo a Paco que le tire. Cuando quedan 4 km se marcha junto a un grupo que pasaba en ese momento y yo me conjuro a trotar algo como sea. El dolor va a más. La pierna izquierda va tonta pero consigo aligerar algo la marcha.
Entro en Chamonix y la sensación de vacío interior empieza a llenarse. Voy girando calles sabiendo que me queda nada. Paso junto al río... tuerzo otra vez... otra... otra... aplausos y la meta.
No me emociono al pasar. La meta fue solo una circunstancia más de la carrera. Lo emocionante fue todo lo vivido durante ella, el pensar en llegar más que en llegar.
Con los chalecos de finisher y Fali
Sin quitarme ni la capucha me dirijo al apartamento con la bolsa del famoso chaleco bajo el sobaco. Sigue lloviendo y las calles están desiertas. Yo pienso en mis mujeres y ahí sí que me emociono. Yo solo por las calles de Chamonix pensando en lo que me han aguantado mi mujer y mis niñas, aunque mis hijas aún inconscientes de lo que estaba haciendo. Para ellas todo lo que esté más lejos de Alicante es muy lejos. Bendita inocencia.
En el apartamento me los encuentro despiertos y también está ya Fali lavadito y contento por su nueva hazaña. Todavía algo chisposo de las cervezas consumidas esa tarde. Yo les digo que todo bien. Que volveremos algún año y que ha sido casi un clímax.

Resumiendo, fueron 15 horas y 51 minutos increíbles. Eso sí que es Skyrunner del bueno. Eso sí que es afición a la montaña. Una ultra prácticamente insuperable. Me quedo sin palabras.

Bueno sí. Tengo palabras y son de agradecimiento. ANA BELÉN VERGARA, mi mujer, ha soportado todo el verano mi ausencia para salir una noche a tomar algo entre semana. Ha soportado mi ausencia los domingos que yo me iba a Sierra Nevada a entrenar horas y horas volviendo a la hora de la merienda.
Así que a ella y a mis dos bichitos, Ana y Marta, va dedicado todo ésto.



Pedro Cruzado Vidal
Finisher de la CCC-Ultra Tour du Mont Blanc

13 comentarios:

yolanda dijo...

joder pedro!!! enhorabuena , ke envidia la ultima parte la he leido con los ojos acristalados y casi lloro cuando cuentas ke te kedaste solo por la noche nevando......pffff espero ke estes bien del golpe del riñon, yo empiezo mi camino para la ccc ahora, apenas llevo 3 semanas haciendo tiradas por montaña y me apodero de tu frase...porke por lo ke decis los ke volveis de por alli cada kilometro habra merecido la pena, enhorabuena de nuevo

LINCEMALACA dijo...

ese "chuli perote". Perico, que buenos días nos hemos tirado en Chamonix y alrededores, je je, he flipado con nuestro ambiente y lo vivido antes,durante y después de CCC. Opino igual: cada kilómetro vale la pena, cada metro de desnivel, cada zancada cuenta y hay q saborearla, igual q el día a día, así siempre somos dichosos.
Cuando llegamos a Málaga nuestras mentes aún estaban allí. Todo parece que ha sido rápido, un sueño: el cachondeo, ferret, bovine, catogne,etc. Pero están ahí como estamos cada uno en el otro. allez courage!!! finisher y luchador del día a día. un abrazo y ya sabes q tienes un fiel aliado

Luis Pan dijo...

Enhorabuena Pedro, por la cronica , por la carera, por lo vivido con un par de cmpañeros inmejorables y sobre todo por aver salido ilesos de esa aventura de frio km llenos de baros y demas penurias que solo los corredores de montaña sabriamos entender. Un abrazo

emilio azuaga dijo...

Enhorabuena Pedro. Vaya cronica mas guapa, y que me alegro de que lo consiguieras, esos momentos son inolvidables para toda la vida. Disfruta de lo conseguido que te mereces todo lo bueno que te pueda pasar. Un abrazo

Y la Enhorabuena para el lince, y Juanma, dos ejemplos para todos nosotros por ser como son y por lo grandes montañeros que son,

Y haber si me sacais a paseo por esos montes,jaja . Espero veros en ALpandeires

Manolo Espárraga dijo...

Fantástico Pedro vaya experiencia enhorabuena a todos y a disfrutarlo.

Antonio Morales dijo...

Increíble. Felicidades por cumplir otro sueño. Ojalá pueda estar allí algún día.

pizarra71 dijo...

Enhorabuena oedro pero vaya pecha de leer que me he pegao cabron

NATURA PLANET dijo...

!!!Enhorabuena!!! Pedro, otro sueño más cumplido, gran crónica, felicidades por todo, un saludo y ha seguir asi.

Edu Alvarez dijo...

Magnífica crónica Pedro!, debe ser maravilloso...!

Unknown dijo...

Enhorabuena tio que lujo de carrera y de crónica, me has puesto los pelos de punta, gracias por hacerme revivir otra vez las sensaciones de la carrera. Espero compartir de nuevo el avión, y la montaña en otro trail.
un abrazo

Unknown dijo...

Enhorabuena por la carrera y por la crónica. Nos has transmitido sensaciones únicas sentados en el sofá de nuestras casas.

Cristian dijo...

Me he emocionado de verdad, Pedro. Lo has relatado con mucha emoción y me alegro por todos los éxitos que estás cosechando. Un abrazo fuerte, makinón!!!

Paco Fernandez dijo...

Pedro bonita cronica, es un fiel reflejo de lo que vivimos alli.
Me encanto compartir contigo parte de los ultimos Kilometros. Despues del golpazo que llevabas en el riñon, me quito el sombrero por el coraje que le echastes para llegar a Chamonix. Un fuerte abrazo maquina.